Hace unas semanas estuve meditando mucho respecto a cómo quisiera que me encuentre
Dios. A que se debió eso? Pues andaba en 1ra de Juan (Dios ha querido tenerme
ahí por un bueeeeeeeen tiempo) y un versículo me llamó mucho la atención.
El efecto de ese verso me sigue afectando hasta el día de
hoy, y tal vez sea una verdad que tienen muy presente muchos hoy en día, pero
en mi, este versículo me hizo reflexionar más.
Estuve orando mucho para anhelar su venida y sí que lo ha
hecho! Cada mañana al despertarme, le pregunto a Dios si será hoy el último día
en el que estaré en esta tierra. Sabemos que somos peregrinos, a pesar de que
muchas veces viviéramos como si nunca fuéramos a irnos, y es necesario saber si
estamos corriendo bien. Si estamos mirando hacia la meta. Si estamos en el
camino angosto o nos hemos dejado envolver por las cosas de este mundo.
Solo conozco una manera en la que una persona puede ser
purificada y esa es a través de la Palabra de Dios. Ella junto al Espíritu
Santo nos va mostrando quién es Dios y cómo somos nosotros. Día a día Dios
mismo va haciendo un trabajo “arduo” en cada uno para llevarnos a la santificación
plena, quitando aquello que es contrario a Él, curando áreas afectadas y
renovando nuestra mente, que ha estado contaminándose totalmente por todos esos
años que estuvimos separados de Él, llenos de pecado y muertos.
Una comunión íntima con Él, la exposición a la Palabra y la
llenura de su Espíritu Santo son claves para nuestro caminar con Cristo. Procuremos
ser aquellos hijos que Dios desea. Busquemos hacer su voluntad en todo momento
y en cada área de nuestra vida. Si caemos, miremos la cruz y sigamos.
Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se
manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él
avergonzados. 1 Juan 2:28
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